Economía de R. Unido se ve amenazada desde varios frentes

La quiebra del empresario de turismo británico Thomas Cook ha puesto en guardia a sectores clave de la economía del Reino Unido, como la industria del automóvil, las farmacéuticas, la agricultura y los servicios financieros, sobre los posibles efectos adversos del «brexit».

La caída de la libra esterlina, la ralentización de las inversiones y las dificultades para planear el futuro, ante la indefinición que rodea al proceso de salida de la Unión Europea (UE), son algunos de los obstáculos con los que ya están lidiando las empresas británicas.

Una vez se materialice la ruptura con el bloque comunitario, las firmas temen además nuevas trabas en las aduanas, aranceles y limitaciones en su capacidad para contratar mano de obra europea.

INDUSTRIA DEL AUTOMÓVIL

Las inversiones en la industria automovilística británica se han desplomado desde el referéndum de 2016, en el que se impuso el «brexit».

En los primeros seis meses de este año, las inversiones se limitaron a 90 millones de libras (100 millones de euros), de los cuales 23 millones de libras (26 millones de euros) provenían del Gobierno, según datos de la patronal del sector SMMT.

El nivel de inversión ha ido decayendo desde 2016. Antes de ese año, la industria invertía una media de más de 2.500 millones de libras anuales (2.800 millones de libras).

Las plantas británicas se apoyan en una intrincada red europea de proveedores. Cerca de 1.100 camiones que cruzan cada día el canal de la Mancha para entregar a las fábricas las piezas necesarias en sus cadenas de montaje.

Los posibles trámites adicionales y retrasos en las aduanas tras el «brexit» amenazan el funcionamiento de esas plantas, mientras que la imposición de aranceles a los productos que cruzan la frontera incrementaría los costes de producción y dificultaría las exportaciones a la Unión Europea.

SECTOR FARMACÉUTICO

El sector farmacéutico británico mantiene un volumen de negocio de 41.800 millones de libras al año (47.000 millones de euros) en el Reino Unido. Es responsable del 8,2 % de las exportaciones de mercancías del país y emplea a más de 113.000 personas, entre puestos directos e indirectos.

El traslado desde Londres a Ámsterdam de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en inglés), a cuya sombra se desarrolla una amplia red de empresas del sector, ha comenzado a restar atractivo al Reino Unido como centro internacional de investigación.

La población británica representa un 2,3 % del mercado global, frente al 22 % de los otros 27 socios comunitarios en conjunto, lo que pone a la UE en una situación ventajosa para que las farmacéuticas prioricen la aprobación y el lanzamiento de productos en los Estados del bloque.

Las empresas asentadas en el Reino Unido temen además que el «brexit» reduzca su capacidad para atraer mano de obra especializada, y los investigadores anticipan que perderán la jugosa financiación europea si se establecen en las islas británicas.

Las trabas aduaneras tras la salida de Europa pueden afectar además a los pacientes británicos, dado que el 73 % de la importaciones de medicamentos al Reino Unido proceden de países comunitarios.

AGRICULTURA Y ALIMENTACIÓN

Los agricultores británicos recibieron el año pasado 3.500 millones de libras (3.950 millones de euros) en ayudas europeas, y temen que algunas explotaciones se vean abocadas al cierre si el Gobierno no cubre ese agujero en su financiación.

La mano de obra europea es además clave para las industrias agrícolas y ganaderas, por lo que el fin de la libre circulación de ciudadanos comunitarios es una amenaza para esos sectores.

El Reino Unido exporta alimentos y bebidas no alcohólicas de la Unión Europea por valor de 12.300 millones de libras al año (13.900 millones de euros), mientras que las importaciones ascienden a 35.100 millones de libras (39.600 millones de euros).

Los aranceles que se aplicarían tras un «brexit» sin acuerdo dificultarían las exportaciones y aumentarían el precio de las importaciones, lo que afectaría a los consumidores y las empresas.

SECTOR FINANCIERO

Las firmas británicas de servicios financieros perderán el llamado «pasaporte» europeo tras el «brexit», y su acceso a los clientes del mercado comunitario quedará especialmente restringido en caso de una ruptura no acordada.

El Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra han establecido planes de contingencia que eviten estragos en el mercado el día después del brexit, aunque los permisos de operación que se han acordado serán solo temporales en caso de que la ruptura se produzca sin haber ratificado un pacto.

El temor a perder el acceso al mercado único ha llevado a las firmas británicas a invertir 1.300 millones de libras (1.420 millones de euros) en costes de recolocación en países comunitarios, asesoramiento legal y provisiones de contingencia, según datos de la consultora EY.

Otros 2.600 millones de libras (2.840 millones de euros) se han dedicado a inyectar capital en las nuevas sedes fuera del Reino Unido.

Dublín ha sido la principal beneficiada por esa recolocación, si bien Luxemburgo, Fráncfort y París, entre otras ciudades, también han recibido nuevas inversiones. EFE (I)

gx/mr

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